Las pasarelas son parte de las primeras formas de comunicar lo que se hacía en la incipiente industria de la moda. Antes de que se convirtieran en los grandes shows que son hoy en día, las pasarelas carecían de luces, modelos, colecciones por temporada, front row y celebrities.
Eran espacios que servían para mostrar las creaciones únicas y exclusivas de algunos modistos que reunían el poder de convocatoria para citar a sus mejores clientas. Eran espacios donde el glamour, la elegancia y las tendencias se resumían en pocos metros cuadrados. Eran lo justo y necesario… para ese momento de la historia.
Lo que imaginamos hoy cuando hablamos de pasarelas y Semanas de la Moda, se lo debemos a Charles Frederick Worth (1825-1895), quien es reconocido como el primer diseñador de moda francés de la historia, aunque nació y se crió en Inglaterra.
Este hombre fue el primer diseñador en organizar un pequeño evento de moda con modelos reales, para mostrar sus nuevas creaciones a su distinguida clientela. Lo demás es historia.
Cada pasarela y cada fashion week que se llevan a cabo, a lo largo y ancho del mundo, suman imágenes a un hilo visual interminable de modelos y nuevas prendas que marcan tendencias temporada tras temporada. Eventos que sostienen el firme objetivo de comunicar lo que la marca está haciendo. Lo nuevo. Lo creativo. Lo «original».
Las pasarelas se han convertido en grandes shows mediáticos que la única similitud que guardan con respecto al evento que hacía Worth en el siglo XIX es que sirven para mostrar sus nuevas colecciones. De resto, son grandes eventos en los que generalmente no se escatima en nada, hay cantantes en vivo, malabaristas, agua, fuego, hielo, juegos de luces, máscaras, entre mil cosas más, que dejan claro que las marcas quieren gritar su mensaje y no pasar desapercibidas.
Pero este año las cosas cambiaron un poco. París no tuvo la exclusiva de la colección de la Maison Martin Margiela a cargo de su nuevo director creativo John Galliano, como dictan las reglas de la Haute Couture. El diseñador eligió Inglaterra y mostró su nueva faceta en medio de una convocatoria muy discreta (sólo 100 personas asistieron).
También fue el caso de la Maison Valentino, que antes de que empezara el 2015 presentó en Nueva York su más reciente colección de Haute Couture, para promocionar la nueva boutique que abrían en esta ciudad. Sin duda, lo que más le convenía para atraer el interés de su público.
Ambos casos, son una muestra mínima para mostrar que sí o sí las pasarelas atrapan nuestra atención. No importa si son discretas y exclusivas o excesivas y masivas, están allí desde hace décadas para mostrarnos lo que la marca/el diseñador ha preparado para nosotros. Las pasarelas nos atraen porque es nuestra «cita» con esa marca/diseñador y bajo ningún concepto piensas en no asistir o mirar aunque sea de reojo lo nuevo que han hecho. Y mientras esto siga ocurriendo, es difícil pensar que desaparecerán.
Tienen lo más importante, nuestra atención.